Una provincia partida al medio y una campaña sin promesas
A diferencia del escenario nacional, en Santa Fe no hay tercios sino polarización entre el PJ y el frente de frentes opositor. La gravedad del presente y el recuerdo de los slogans incumplidos limita consignas que ya nadie cree
Ni tercios, ni cuartos. Santa Fe entró de lleno a la campaña electoral con una certeza: en las elecciones generales habrá polarización entre el PJ y el frente de frentes opositor. Un dato clave que rompe la tendencia de las últimas tres elecciones a gobernador donde el PRO, la alianza entre radicales y socialistas y el justicialismo se dividían la preferencia del electorado para llegar a la cima del poder. Asoma una provincia partida al medio con viejas rivalidades actualizadas, entre norte y sur, entre Rosario y la capital provincial, entre macristas y kirchneristas en un escenario de escepticismo generalizado de una población cada vez más alejada de sus dirigentes.
La carrera rumbo a las primarias santafesinas del 16 de julio empieza de lleno este fin de semana largo. Por delante hay cuatro semanas intensas previo a la veda del viernes 14, donde ya no habrá actos masivos, pero si muchas redes sociales, recorridas pautadas, encuentros artificiales con vecinos y pirotecnia verbal.
Es tal la gravedad del presente y el recuerdo de los slogans incumplidos del pasado reciente que los candidatos, por ahora, han limitado las consignas imposibles que ya nadie cree. Se repiten las frases hechas, las buenas intenciones y las proyecciones de un futuro que en realidad nunca llega.
Todo en una provincia atravesada por la violencia, donde el narcotráfico y las mafias no dan tregua. No hay caso: los días que no hay homicidios en el Gran Rosario la conmoción pasa por otra escuela baleada, otro comercio extorsionado y por otros delitos ordenados desde las cárceles que dejan a los ciudadanos paralizados por el miedo.
La Casa Gris no tiene dudas: son reacciones a medidas que se están adoptando, con una demora inexplicable, al interior de las unidades penitenciarias de máxima peligrosidad. Los inhibidores de señal y los scanner que se están colocando apuestan a cortan los nexos ilegales entre los internos y el afuera. Sin embargo, el ritmo cansino y burocrático dificulta el éxito de la jugada y genera más reacciones adversas que resultados tangibles.
En ese marco, el desembarco de Elisa Carrió en Santa Fe por estos días le vino como anillo al dedo a la gestión de Omar Perotti y sus aliados. “No hace falta que nosotros critiquemos a la oposición por la herencia recibida, con las declaraciones de Lilita alcanza y sobra”, dijo un encumbrado funcionario de la gobernación a este portal.
Los cuestionamientos de la líder de la Coalición Cívica al socialismo y al radical Maximiliano Pullaro por los supuestos vínculos y connivencia con el narcotráfico sonaron como un virtual fuego amigo que le permitió al PJ reforzar la hipótesis del terreno minado recibido en materia de seguridad. Y evadir su innegable responsabilidad por la profundización de todos los indicadores negativos que ya tenía la violencia urbana en las principales urbes.
Los dardos de Lilita, que previamente había declarado en sede judicial, profundizaron las diferencias internas en Unidos por Cambiar Santa Fe ante el aval que le dio Carolina Losada a esas denuncias y sospechas contra el ex ministro de Seguridad de Miguel Lifschitz. “Hay pruebas”, dijo en tono amenazante la senadora nacional cuando desde el campamento de Pullaro le enrostraron liviandad e irresponsabilidad en sus acusaciones.
La legisladora nacional desliza sospechas por la designación y sostenimiento del ex jefe de Drogas Peligrosas durante la gestión Pullaro en Seguridad de Alejandro Druetta. Dos años atrás este encumbrado funcionario fue condenado a 10 años de prisión por ser "partícipe necesario en el delito de tráfico y comercio de estupefacientes doblemente agravado por haberse cometido mediante la concurrencia de tres o más personas en forma organizada y por su condición de funcionario público".
En el entorno de Pullaro insisten en vincular estos ataques a su buena performance en algunas encuestas, se niegan a responder “agravios” de campaña y reiteran que en la gestión del ex ministro de Seguridad fueron detenidos los principales jefes narcos que operan en Santa Fe. El propio diputado provincial subió a redes sociales un video donde vincula esos dichos a que las bandas narco criminales descuentan su triunfo y creen que desde el 10 de diciembre podrían tener nuevamente problemas de persecución penal en su contra.
Aunque bajó levemente en intensidad en las últimas jornadas la puja entre Losada y Pullaro, el cruce ha sido tan fuerte que compromete no sólo la foto de unidad del domingo 16. Complica la carrera rumbo a las generales de septiembre en un escenario de fuerte polarización con el peronismo donde las distintas tribus parecen más comprometidas a juntarse en la diversidad.
El peronismo santafesino fue más allá y organizó una potente puesta en escena en conjunto de las cuatro fórmulas que compiten para la gobernación. El viernes al mediodía confluyeron para la foto en la sede partidaria de la capital provincial Marcelo Lewandowski y Silvina Frana, Marcos Cleri y Alejandra Obeid, Eduardo Toniolli y Leticia Quagliaro y Leandro Busatto y Alejandra Gómez Sáenz.
El PJ local se diferenció así no sólo del frente de frentes y de sus acusaciones cruzadas. También de la batalla abierta y descarnada que se viene librando en el peronismo nacional donde kirchneristas y albertistas ya no disimulan su recíproco rechazo.
La presión de Cristina Fernández y Sergio Massa para evitar la primaria en el espacio no dio resultado. Alberto Fernández quiso mostrar una señal de autonomía y de conservación de alguna cuota de poder y mando a la cancha a Daniel Scioli con su ladera Victoria Tolosa Paz para competir contra el armado K y del massismo.
Así, el Frente de Todos se rompió en los hechos, pero devino en Unión por la Patria en lo formal. Un juego de palabras tan ficticio que tendrá una probable interna entre el ministro de Economía haciendo campaña contra un candidato del presidente al que también, en teoría, le responde. Una primaria donde el titular de Hacienda criticará al jefe del Ejecutivo, y el delfín del primer mandatario al encargado de las finanzas. En un país con inflación interanual del 115% con más del 40% de la población debajo de la línea de la pobreza.
La pax política que se respiró en el peronismo santafesino frente a la locura federal dejó al descubierto un fenómeno adicional: Santa Fe perdió peso en las grandes ligas del poder. Perotti nunca jugó el partido nacional y se limitó a blindar la provincia, a condicionar su sucesión y a conservar resortes de poder institucional desde diciembre en la Cámara de Diputados.
Los otros actores de peso del partido juegan la interna para distintos cargos provinciales y municipales. Apenas si quedaron algunos pocos jugadores con llegada al electorado para competir por las bancas nacionales que se renuevan en las elecciones de octubre. Pero lejos, muy lejos de la mesa de chica donde se definen las candidaturas presidenciales, que parece haber quedado reservada para porteños y bonaerenses.