Corrida cambiaria, parálisis productiva e impacto electoral
La estampida del dólar paralelo y los financieros potencian la aceleración inflacionaria. La obra pública se ralentiza y afecta a provincias y municipios. Milei en boca de todos, entre su propuesta dolarizadora y el discurso de Cristina que le otorgó una centralidad inimaginada
Alberto Fernández debutó formalmente como presidente sin reelección con un golpe de realismo: una corrida acelerada contra el peso que devaluó la moneda un 25 por ciento en dos ruedas. Y eso que había prometido dedicarse a la gestión al alejarse de la rosca y la campaña electoral.
La difusión de la inflación de marzo (7,7%), las proyecciones de algunas consultoras, el impacto de la sequía que se siente cada vez más en la recaudación, la renuncia del asesor Antonio Aracre y los datos de actividad de febrero (apenas 0,2% de suba interanual) le dieron un empujón adicional cercano al abismo a una gestión atravesada por una severa crisis de financiamiento y gobernabilidad.
La pérdida de valor de la moneda sumó tensión a un oficialismo con riesgo de fractura y agregó incertidumbre a una economía en declive. Así, paritarias que se habían cerrado en marzo con una proyección de inflación del 60 por anual hasta mediados de año ya tuvieron solicitud de reapertura y decenas de rubros se quedaron sin precios relativos a la hora de reponer.
El peronismo empezó a escribir la historia desde otro lugar, como víctima de presunto intento de golpe de mercado. Esa maniobra que denunciaron las gestiones radicales de Alfonsín y De la Rúa y la del PRO de Mauricio Macri ahora llegó al relato de un Ejecutivo justicialista.
Tras reunirse con su par de Rumania, Alberto Fernández acusó de la corrida a la “derecha argentina” y se ubicó como damnificado de una maniobra para frenar asistencia financiera desde el exterior como la que padecieron los “gobiernos populares”.
El impacto de las palabras de Fernández ante la opinión pública es similar al que generan los dichos de un presidente en un sistema parlamentario, donde todo el peso de la gestión recae en el primer ministro y el resto es mero protocolo.
Con amenazas y nuevas intervenciones, Sergio Massa logró frenar la debacle cambiaria. Pero el peligro de una aceleración inflacionaria y el riesgo de una hiper no desaparecieron del escenario que monitorea a diario el ministro de Economía.
El Frente de Todos atraviesa además una crisis política y de liderazgo. Bajado Alberto de la misión imposible reeleccionista, Cristina reapareció en público el jueves. Ante un colmado teatro Argentino de La Plata dio señales que ratifican la idea lanzada en diciembre tras ser condenada por corrupción en la causa Vialidad: no competir para ningún cargo electivo en 2023. Aunque sus seguidores no se resignan a no verla en ninguna boleta, cobra fuerza la idea de que por primera vez en casi dos décadas los apellidos Macri y Kirchner no sean parte de las batallas principales. Fin de una era.
Esta vez la vicepresidenta no criticó a su compañero de fórmula, rescató la labor del ministro de Economía y se mostró generosa con parte del “albertismo” a quien invitó al acto tras la deserción del jefe de Estado.
Para muchos la novedad de la reaparición de CFK fue la centralidad que le otorgó a Javier Milei a quien le dedicó las mayores críticas por el proyecto dolarizador y por no haber padecido ningún acontecimiento en la vida pública del país.
“Cristina lo puso a Milei en el centro de la escena porque percibe que le empezó a ganar parte de su electorado. Inicialmente era un sector de la derecha liberal, después los desencantados, más tarde algo de Juntos por el Cambio. Hoy crece por todos lados”, analizó el diputado provincial santafesino Nicolás Mayoraz, referente de Milei en la provincia.
La elección del adversario fue siempre una construcción muy cuidada del kirchnerismo. Fue el neoliberalismo menemista de los 90 cuando Néstor Kirchner llegó al poder en 2003, después fue el campo en 2008 y el macrismo desde la década pasada.
Si bien en el relato oficial se mantienen como adversarios el Fondo Monetario Internacional, el PRO y los principales referentes de JXC, los dardos a Milei abren otra etapa en la política K. Una señal inequívoca que el líder libertario vino para romper la polarización bipartidista en el país.
La crisis cambiaria y financiera empezó a sentirse en la gestión a lo largo y ancho del país. En Santa Fe la Cámara de la Construcción puso el grito en el cielo por la demora en la llegada de fondos federales para obras clave y alertó sobre suspensiones de trabajadores.
Omar Perotti, hace tiempo alejado de la Casa Rosada y sólo con algo de diálogo con Massa y Agustín Rossi, gestionó a través de sus ministros clave el descongelamiento de esas partidas nacionales para obras de infraestructura a escala.
Mientras, le asignó un lugar central en su agenda a la visita oficial a Rosario de una numerosísima comitiva de la República de Vietnam. Alejado de la ola de inseguridad que padecen los rosarinos y de la estampida del dólar en el país, el gobernador se mostró en su salsa, donde más cómodo se siente: con el discurso productivo como eje.
A dos semanas del cierre de listas mantuvo una cumbre a solas con Marcelo Lewandowski. Al jefe de la Casa Gris y al senador lejos de unirlo el amor, los acercó el espanto de perder la provincia ante la consolidación del frente de frentes opositor.
Perotti no cuenta aún con un candidato que mueva el amperímetro de las encuestas y al periodista deportivo le falta conocimiento en el centro norte provincial además de recursos para una campaña larga y costosa.
Por lo bajo, en el equipo de Lewandoski descuentan que su nombre aparecerá en alguna grilla cuando el 12 de mayo próximo venza el plazo para anotar candidaturas. De no competir por la sucesión de Perotti lo ven en la interna por la Intendencia, aunque resta saber si lo hará dentro de la primaria que acordaron Roberto Sukerman y Juan Monteverde. Para esa competencia no descartan que se sume el también periodista Alejandro Grandinetti.
El frente opositor tuvo su bautismo de fuego en Cayastá. Fue el martes pasado en el departamento Garay donde se presentó en sociedad el espacio Unidos para Cambiar Santa Fe. Fue una presentación anodina, sin brillo: cada partido se sacó su propia foto y relato.
Hubo más dirigentes de segunda y tercera línea que los pesos pesados que aspiran a llegar a la gobernación y el municipio. Carolina Losada no fue al cónclave y mantiene el enigma sobre su decisión, aunque los rumores la van más adentro que afuera de la competencia.
La novedad más fuerte del espacio opositor la contó este portal en la semana: la posibilidad que Miguel Tessandori se sume a la competencia interna por la Intendencia.
Se vienen dos semanas a pura rosca, sin margen para mayores especulaciones y dilaciones. Mientras los santafesinos y rosarinos se muestran más preocupados por el dólar, la inflación y la inseguridad.