El PJ pone luz de giro a la izquierda y va por la épica
Un sector del PJ local acordó ir a una interna con Ciudad Futura para definir el candidato a intendente del espacio. Un armado amplio que busca ganar la ciudad tras medio siglo. Los límites de las alianzas y las sumas que pueden restar en política
A menos de un mes del cierre de listas para las primarias del 16 de julio, el peronismo rosarino dio la gran noticia política de la semana al anunciar su esquema de alianzas para las Paso. En un histórico viraje a la izquierda un sector del PJ local acordó ir a una competencia interna con Ciudad Futura, donde quien gane la compulsa será el candidato del espacio en las generales de septiembre para la Intendencia. Y el que pierda acompañará.
El acuerdo entre Roberto Sukerman y Juan Monteverde sacudió la modorra del tablero político rosarino donde hasta ahora era todo incertidumbre. La jugada tiene altas dosis de audacia, amplía los límites de cada fuerza y le abre en especial al peronismo la puerta de poder gobernar Rosario por primera vez en 50 años.
Sukerman fue dos veces candidato a intendente. En la última oportunidad, en 2019 quedó apenas a 8.000 votos de Pablo Javkin, una diferencia exigua de apenas un punto y medio porcentual. En aquellas elecciones Monteverde consiguió algo más de 75 mil votos, casi el 15 por ciento del total. Una suma lineal de esos sufragios ubica al flamante acuerdo electoral con chances serias de quedarse con el sillón principal del Palacio de los Leones.
Pero en política uno más uno no siempre es dos. “Hay sumas que restan y restas que suman”, fue la frase que patentó en 2011 Hermes Binner al romper con la cúpula nacional del radicalismo, cuando la UCR había cerrado un acuerdo con el peronismo que lideraba Francisco de Narváez y buscaba sumar al socialismo al frente anti K.
Aquella máxima que instaló el ex gobernador grafica los límites de los armados electorales y los riesgos de las alianzas en la arena política. Y pone bajo la lupa el accionar de operadores que intercambian candidaturas en base a encuestas en nombre del pragmatismo, dejando de lado historias, trayectorias e ideas muchas veces excluyentes.
Un planteo tan vigente que incluso interpela a los propios socialistas que se aprestan a sellar un acuerdo provincial dentro del frente de frentes opositor con el mismísimo macrismo santafesino. Sólo basta con revisar el archivo para detectar que para Binner, Macri era una suma que restaba y una resta que sumaba.
Bajo esa lógica argumental la ex ministra de Educación socialista, Claudia Balagué se opuso a sumarse al frente de frentes opositor. Corriendo por izquierda a la cúpula partidaria y a gran parte de la militancia del PS rechazó ese armado y se inclinó por una construcción más de centro izquierda con los diputados Rubén Giustiniani y Carlos Del Frade.
El acuerdo Sukerman-Monteverde tiene también sus contradicciones. La foto de ambos detrás de un atril en el Monumento a la Bandera, los posteos en redes sociales y las primeras entrevistas buscaron tender puentes entre dos sectores que desde hace años se disputan parte de un mismo electorado, pero con propuestas muy distintas y estrategias antagónicas.
“Son unos pendejos hippies con Osde”, chicaneaban desde el justicialismo a los militantes de Ciudad Futura. “El peronismo de Santa Fe tiene las mismas prácticas que los barones del conurbano bonaerense”, replicaban desde la agrupación de izquierda hacia el PJ local.
Más allá de los recelos mutuos iniciales, el acuerdo se selló. Pero las dudas para las generales del 10 de septiembre persisten entre sus bases. ¿Quién pierda la primaria, realmente instará a sus votantes a sufragar por su adversario interno en el comicio por la Intendencia? Y lo más importante, ¿conseguirá trasladar todos sus votos a su vencedor?
Más directo: ¿Quien votó a Monteverde desde la izquierda y quedó fuera de carrera por la general votará al peronismo de Sukerman, Agustín Rossi y Omar Perotti? Y viceversa, quien votó por el ex ministro de Gobierno provincial y quedó fuera de juego para septiembre, ¿votará por los jóvenes que hicieron carrera con el tambo de la resistencia en Nuevo Alberdi?
Resta definir además temas no menores dentro del entendimiento inicial: con qué sello partidario como paraguas debutará el flamante espacio y a que categorías alcanza. Un sector importante del PJ ya está presionando a las autoridades partidarias para que el pacto se extienda a toda la provincia y a las categorías de gobernador, diputados, senadores y concejales.
Esos interrogantes se zanjarán en unos cinco meses. Y atraviesa también a los otros armados electorales en ciernes en la ciudad y la provincia para los distintos cargos en disputa en este 2023 donde se renueva todo el poder.
No hay certezas tampoco de una fidelización absoluta del voto al interior del frente de frentes que están por cerrar el PRO, radicales, socialistas, el Creo de Javkin, el PDP y otras fuerzas no peronistas. Hasta hace pocos meses, eran mucho más fuertes las diferencias que las coincidencias en los extremos de este armado, entre socialistas y macristas.
La marcada polarización del escenario santafesino, a diferencia del nacional donde parece asomar un esquema de tercios con la consolidación del fenómeno Milei, lleva a los halcones a ceder posiciones y a acordar con quienes hasta hace poco había un mar de desencuentros.
La primera lectura de un sector del establishment tiende a ponderar el pragmatismo, la vocación de poder y la lucha por dejar de ser testimonial. Para otra parte de la biblioteca las alianzas en política también tienen sus límites, y a veces hay restas que suman.
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